lunes, 10 de mayo de 2010

25 febrero 1956

A veces me siento terriblemente estúpida; pero si así fuera, ¿no me sentiría feliz con alguno de los hombres que he conocido? ¿O es precisamente mi estupidez la causa? Ni hablar. ¡Es tanto lo que anhelo encontrar a alguien!; me lo merezco, ¿verdad que sí?, algún amor ardiente con el que pueda vivir. Dios mío, me encantaría cocinar y llevar una casa, inyectar fuerza en los sueños de un hombre, y escribir, si él es capaz de hablar y caminar y trabajar y quiere hacer su carrera apasionadamente. No soporto pensar en este potencial que hay en mí para amar y para dar ennegreciéndose y agotándose. Pero la elección es tan importante que me asusta un poco. Mucho...
Lo que más me asusta, creo, es la muerte de la imaginación (...) Si me estoy quieta y no hago nada, el mundo sigue resonando com un tambor flojo, sin significado. Debemos movernos, trabajar, fabricar sueños hacia los que correr; la pobreza de la vida sin sueños es demasiado horrible para imaginarla; ése es el peor tipo de locura.



Diarios de Sylvia Plath.

A veces las palabras propias sobran cuando las que otro escribió anteriormente ilustran perfectamente lo que uno puede escribir pero tal vez no con tanto atino (ni con tanta fuerza).

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