lunes, 28 de junio de 2010

Pitusa

Hace tiempo me creé un alterego llamado Pitusa que utilizaba para todo y no sabía muy bien cuándo y cómo iba a salir de su rincón para convertirse en mí.
Pitusa lleva conmigo creo que unos 7 años, y es curioso ver cómo a veces no hace falta que vuelva... Simplemente con leer cosas de sus épocas pasadas es como volver a verla aparecer (y comprobar que el tiempo pasa, pero las preocupaciones siguen).



Maldita vieja bolsa de plástico.

Pitusa dice adiós. Pitusa, tan pequeña como su nombre parece indicar, está bloqueada, su mente está en constante movimiento. Pitusa no descansa. Pasa las horas sentada en el suelo de su habitación, encima de la alfombra nueva, azul chillón, que se compró hace poco en un intento de subirse inútilmente la moral. Pitusa cree haber perdido su talento en alguna parte de su interior, el cual está hibernando en algún rincón oculto de su mente, esperando pacientemente el tiempo que haga falta hasta que Pitusa vuelva a ser la misma de siempre. Se sienta allí, en ese hueco de la habitación y apoya sus brazos, cansadamente, sobre la colcha de la cama. Concentrarse, sea en escribir un ensayo o en comer una galleta con fibra, resulta ardua tarea para esta pequeña chica de sueños grandes. Pitusa se siente enana, pequeña, ridícula, impotente, incapaz, imposibilitada por su corto alcance temático de pensamientos diarios. Pitusa quiere decir adiós, pero no sabe cómo. Realmente no sabe si eso es posible. Y trata inútilmente de ocupar el tiempo que la acompaña hacia ningún lugar en concreto, con toscas tareas baldías para las cuales ni tan siquiera se siente capaz. A medida que los días avanzan y la situación se hace más insostenible, Pitusa cree ir haciéndose más y más pequeña. Piensa en las infinitas posibilidades, en las sempiternas opciones que su mente puede barajar para tratar de mejorar, aunque sea solo momentáneamente, el vacío que la asola. No hay esperanza, ni comodidad en la soledad. Pitusa, tan pequeña, y con el mundo tan grande esperándola, un mundo en que habitan tantas personas, grandes y pequeñas, solo tiene en su mente un pensamiento de letras inmensas, tanto, que se hacen más grandes que el mundo. Y toda esa gente que cabe en él, desaparece ahí dentro, por su expreso deseo. Sí, eso anhela esta chiquilla, quedarse sola en un cuarto donde hay mucha gente, poder tomar esta posibilidad como real en algunos momentos de su semana. Pitusa piensa en hacer un ejercicio de auto evaluación, y desea meterse bajo una manta, unos días, y no salir de ella. Recapacitar, pensar, necesita sacar conclusiones de un comportamiento, lejos de lo pueril, innecesario, pero, por desgracia, inevitable. Pitusa cree que el amor no existe, que sólo es la nomenclatura ingeniada para poder ponerle nombre al comportamiento inexplicable que adoptan las personas cuando sus mentes se estrechan y su pecho se anchea en cada bocanada de aire. La mente se bloquea y la función productiva de cualquier persona como ser humano queda inservible. Desde antaño el hombre ha venido sufriendo estas alteraciones mentales producto de una reacción física, cuyas consecuencias siempre pesan más en el saco de lo negativo. Pitusa se pregunta si a lo largo de todo este tiempo, en el que grandes mentes han morado por el mundo, ninguna de ellas ha inventado nada contra esta enfermedad, que, peligrosa como la que más, no mata por fuera, aunque si por dentro muy lentamente. Una pócima infalible, una vacuna que proteja de los efectos. Y mientras, idealista, cansada e inservible, Pitusa espera en su habitáculo, sola, loca, que el olvido irrumpa en su mente una noche de éstas, saquee muchas partes aún oscuras en su memoria, y se lleve con él este efecto secundario de las relaciones humanas, esta insignificante bolsa de plástico desgastada que no la deja respirar.

Pitusa en una noche de insomnio.

(Allá por el 2004 si mal no recuerdo)

martes, 15 de junio de 2010

150 palabras

Lo difícil que supone participar en concursos no es el reto de escribir algo nuevo, si no de creer que tienes algo ya en tus anales que se ajusta perfectamente a las bases de una convocatoria... pero que para ello tienes que modificar o hacer encajar.

150 palabras, temática de baloncesto. Aunque fuesen 150 páginas me quedaría corta...

Así que mientras intento recortar, retallando de un lado y de otro, robándome palabras a mi misma, haciendo encajar la vida entera de un personaje en tal espacio, retomo un par de párrafos que perfectamente podrían concursar si la extensión fuese el doble, por ejemplo...

"-He visto que estabas hablando con Uriarte, ¿le conoces? -preguntó él.
-No. Es más, sigo sin saber muy bien quién es- respondió Anna.
-Nunca te gustó el baloncesto -Diego chasqueó la lengua y sonrió.
-Mentira. Es sólo que no me enteraba…

Ambos se quedaron callados. Diego estiró su brazo y con la mano cogió un mechón del pelo de Anna, que llevaba suelto.

-Cómo te ha crecido el pelo.

Diego apartó la mano y se la llevó al reloj para mirar la hora.

-Bueno, tengo que seguir, estoy trabajando.
-Ah, claro.

Él se inclinó y la besó en la mejilla. Un beso sutil, muy corto, apenas le rozó la piel.
Sonrió y se fue por el lugar por donde había venido, sacándose una libreta del bolsillo de la chaqueta. Los segundos entre la marcha de Diego y su primera exhalación fueron eternos. Segundos en los que Anna sintió que el cerebro le apretaba y la cabeza le iba a estallar. Como una lluvia de estrellas fugaces, se empezaron a abalanzar imágenes en su mente, aquellas que creía que ni siquiera mantenía en el recuerdo, momentos que no parecían especiales.
En un segundo supo que un equipo de baloncesto tiene siete suplentes, que la posesión del balón de un equipo vuelve a ser de veinticuatro segundos si tira a canasta y ésta toca el aro aunque no anote, que los pantalones de los jugadores no pueden tener bolsillos y que si un equipo en ataque vuelve con la pelota hacia atrás más allá de la mitad de la pista se llama “campo atrás”. También supo que los cuartos en la NBA duran doce minutos, y no diez como en las ligas europeas.
Y no sabía por qué, pero sabía todo eso. Lo había almacenado en su cabeza durante seis meses y ahora, un año y medio después, lo estaba soltando de donde quisiera que lo tuviera amarrado.
"

(Fragmento del capítulo 12, Me alegro por ti)


Deseadme suerte en este nuevo concurso!!

viernes, 4 de junio de 2010

Líneas impares y pares...

Maga, vamos componiendo una figura absurda, dibujamos con nuestros movimientos una figura idéntica a la que dibujan las moscas cuando vuelan en una pieza, de aquí para allá, bruscamente dan media vuelta, de allá para aquí, eso es lo que se llama movimiento brownoideo, ¿ahora entendés?, un ángulo recto, una línea que sube, de aquí para allá, del fondo al frente, hacia arriba, hacia abajo, espasmódicamente, frenando en seco y arrancando en el mismo instante en otra dirección, y todo eso va tejiendo un dibujo, una figura, algo inexistente como vos y como yo, como los dos puntos perdidos en París que van de aquí para allá, de allá para aquí, haciendo su dibujo, danzando para nadie, ni siquiera para ellos mismos, una interminable figura sin sentido.


El genial capítulo 34 de Rayuela.