jueves, 1 de julio de 2010

Oh Rufus!

La verdad es que las palabras se me agolpaban en la cabeza ayer por la noche, sentada sola en el patio de butacas... que esto no es totalmente cierto, porque gente había, pero para lo que nos concierne, yo estaba sola, rodeada de extraños... y Rufus.


Y de golpe, la nada. Simplemente el dejarme llevar por su voz y pensar que ese arma tan poderosa estaba haciendo nacer en mi la necesidad de salir ahí fuera, al mundo, y enamorarme. Sí, Rufus, tu voz hace que quiera enamorarme.
Es algo extraño y puede que si algún día alguien, siendo artista, te dice eso sobre tu talento, no tenga mucho sentido. Pero era así, casi con prisa, con ganas de apresurarme fuera del teatro (el cual Rufus describió como espectacular, diciendo que en cualquier momento podía esperar a Madonna bajando por las escaleras del hall como Evita) y salir al ritmo de sus canciones. Incluso la faceta depresiva exigía ser atendido entre brazos de alguien, alguien imaginario.

Sobretodo quedarme con otra sensación, cualquiera podría estar en ese patio de butacas sin tan siquiera conocerlo, o bien ya amarlo, y Rufus hubiera encandilado hasta el último de los seres humanos. Es tan magnético que aunque no lo hayas oído nunca te hubieras quedado anclado en la butaca, sólo dejándola para ponerte en pie y aplaudir (yo lo hubiera hecho en medio del concierto, al final de The Dream, una canción que él mismo avisa, es la más difícil de piano y voz que ha compuesto jamás y sueña que a base de repetirla y repetirla algún día sea capaz de tocarla perfectamente...).

4.42 minutos de su tiempo. Eso sólo es un a little bit de vuestra vida que podéis dedicar a Rufus hoy.

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