“¿Sabes? Un día besé la mierda del suelo
y ahora te la entrego, todavía en mi boca,
para que sepas lo que es intimar con el frío pavimento
que no tiene escrúpulos de romperte los labios y dientes
si te agachas a menudo”.
¿Cómo tiene que ser una mente, cuán desgarrada ha de estar,
para ofrecerse en sacrificio de este modo,
como lo estoy haciendo yo ahora?
Dotada de un amor propio desbaratador
o con una ruina de mundo interno ligeramente despedazado
que espera tu aparición,
el dueño de esas botas brutales y sucias que vengan a pisotear y romper
hasta hacer pequeños añicos todo lo que queda de entero dentro.
Y deseo que sientas esa degustación,
esa agradable sensación que se cuela entre mis dedos
cuando aplasto entre ellos coloridos postres estivales,
rosas, amarillos y marrones,
por el simple y mero hecho de destruir,
encontrando en el acto el placer que no me proporciona su sabor.
Me obsesiona tu descontrol.
Destrózalo todo y luego devora las migas.
¿No encuentras fascinante,
al igual que te encuentro yo a ti necesariamente enfermizo,
mi entrega abierta en canal, goteando, casi desangrada?
¿No es una razón de más, la primordial, para atraer tu atención
y que de manera tan sencilla aceptes la invitación,
te enroles en la locura que seríamos juntos?
Tan imposible como es que yo plantee mi venta directa y dolorosa,
es que tú decidas comprar mi voluntad sin dudar ni un segundo,
tembloroso de la oferta,
asustadizo de la brutalidad del regalo que te estoy ofreciendo.
Quiero ser esclavizada y te lo estoy rogando con alaridos.
Rómpeme los huesos y luego llora
y lame las heridas para curármelos.
Rómpeme por completo,
pues necesito ser reparada partiendo de cero
y para eso sólo existe una manera.
Desordéname, que no pueda encontrarme las partes
en las que estoy descompuesta.
Quiero intentar luchar en contra y no ser capaz,
inmovilizada,
completa pero sin tan siquiera la posibilidad de doblegarte.
Luchar contigo sabiendo que siempre voy a perder.
Olvidarme del orgullo en pos de resistir
y aguantar los saltos de un ataque a una defensa.
Que lo que te atraiga sea el espíritu tan salvaje
que está deseando ser domado.
Vendarme los ojos y esperar a que tú me guíes,
para bien o para mal,
ir a parar a ningún lugar donde estemos los dos solos
y no manchar a nadie más.
Hacer que consigas siempre lo que quieres,
que eso que exactamente deseas sea vivir a un centímetro
sin la posibilidad de despegarte de la masa maloliente y sucia
en la que nos hemos convertido.
Quiero verte en lo peor que el ser humano pueda verse,
conquistando los extremos más oscuros de la existencia,
volviendo para contármelos con suma inteligencia y descaro.
Haciendo todo esto tengo la certeza de que nunca nos aburriríamos.
Respirar siempre dentro de la misma bolsa de plástico que nos ahoga y asfixia.
No existe ese segundo en el tiempo
gracias al cual escapar del aire que produces ahí dentro,
el único oxigeno que quiero respirar
es el que primero ha pasado por tus pulmones.
Estoy enferma, tú eres la causa y tú la medicina.
Incapaz de curarme, incapaz de hacerme ningún bien.
Ningún mal.
Y mientras, que los demás vivan asustados del efecto que causas
y ser yo la única conocedora de todas tus propiedades.
En tu mundo y en el mío no hay palabra tal como posesión.
No existe semejante concepto, somos la definición de la palabra
y la explicación del uno al otro.
Confirmas todas las normas de mi manual de instrucciones.
(tranquilos amantes de la poesía, mi horno no funciona).
lunes, 18 de enero de 2010
sábado, 16 de enero de 2010
Lo mejor es cerrar los ojos y no pensar
Las cosas se ven borrosas sin gafas. Con gafas se ven borrosas todavía. El cristal está limpio, ya te has frotado los ojos varias veces. Las cosas siempre se ven borrosas, bien porque son muy sencillas y no quieres complicarte en intentar atinar y enfocar... bien porque son muy complicadas y es mejor ir a lo sencillo y ni molestarse.
viernes, 11 de diciembre de 2009
¿A qué te dedicas?

Pues muy señores míos, yo leo y bebo café.
Tan de bueno sería si pagasen por ello... A mí se me da realmente bien.
lunes, 7 de diciembre de 2009
Pointlesss Nostalgic
martes, 10 de noviembre de 2009
To hold a pen is to be at war
Los ciclos de la vida, que vienen y van, arrastran con ellos un saco lleno de variaciones que se instalan poco a poco en las esquinas donde antes había otras costumbres y otros ámbitos y que parecen haber sido llevados por el viento en un soplo de estos que golpea (demasiado) últimamente las ventanas de mi piso.
Ahora, por ejemplo, cada mañana me levanto y veo (o me veo en la obligación de hacer que los demás vean si soy la primera en despertar) una frase inspiratoria en la pizarra de la cocina. Por ella han pasado Borges, Cervantes, Walt Disney! Repartiendo un poquito de sabiduría, haciendo más curiosa la mañana y el resto del día hasta que, por arte de magia, cambia el color de rotulador sobre fondo blanco y con él varía también el ánimo inculcado en apenas unas palabras.
Ese es uno de los cambios que se ha colado con el viento, pero hay más, y sobre cambios... bueno, todo está dicho. Te pueden pillar en un momento bajo, a veces resultan más que necesarios, pero lo que está claro (haciendo honor a su significado) es que para bien o para mal cambian algo, y cambiar siempre es bueno.
Un poco como el viento que viene a contracorriente o te ayuda a caminar hasta arrastrándote, las cosas pasan por algo. Y ahora sé que si a uno lo echan de un piso es porque su vida necesitaba un vuelco y uno era incapaz de hacer algo para darlo por si mismo. O viceversa, cambiar de ambiente por voluntad propia e irse a las antípodas es una buena manera de que el golpe de viento no te venga de frente, si no que te ayude a caminar.
A veces la fuerza la coges de una canción, de una sonrisa, de un día más frío de lo normal... La fuerza para encarar todo eso o para enfrentarte y un día despertarte, entrar en la cocina y escribir en la pizarra "hoy es el día".
Ahora, por ejemplo, cada mañana me levanto y veo (o me veo en la obligación de hacer que los demás vean si soy la primera en despertar) una frase inspiratoria en la pizarra de la cocina. Por ella han pasado Borges, Cervantes, Walt Disney! Repartiendo un poquito de sabiduría, haciendo más curiosa la mañana y el resto del día hasta que, por arte de magia, cambia el color de rotulador sobre fondo blanco y con él varía también el ánimo inculcado en apenas unas palabras.
Ese es uno de los cambios que se ha colado con el viento, pero hay más, y sobre cambios... bueno, todo está dicho. Te pueden pillar en un momento bajo, a veces resultan más que necesarios, pero lo que está claro (haciendo honor a su significado) es que para bien o para mal cambian algo, y cambiar siempre es bueno.
Un poco como el viento que viene a contracorriente o te ayuda a caminar hasta arrastrándote, las cosas pasan por algo. Y ahora sé que si a uno lo echan de un piso es porque su vida necesitaba un vuelco y uno era incapaz de hacer algo para darlo por si mismo. O viceversa, cambiar de ambiente por voluntad propia e irse a las antípodas es una buena manera de que el golpe de viento no te venga de frente, si no que te ayude a caminar.
A veces la fuerza la coges de una canción, de una sonrisa, de un día más frío de lo normal... La fuerza para encarar todo eso o para enfrentarte y un día despertarte, entrar en la cocina y escribir en la pizarra "hoy es el día".
martes, 27 de octubre de 2009
Viaje por la imaginación
Salgo del metro en London Bridge y camino un poco...

Llego a Bedale St. y allí veo las pequeñas tiendas.

Entro en la pastisserie y me pido un apple pie y un café.

En mi portátil escribo cómo Sara vuelve a casa, entra en ese mismo sitio y compra un trozo de Carrot Cake.
Al igual que ella, salgo de allí.
Y voy al mercado, caminando entre los puestos, observando las cosas que Sara comprará antes de entrar en esa casa vieja de paredes verdes desteñidas y esquinas uniformes que tengo en la imaginación.
Como ella trato de conectar con el sentimiento de soledad que la invade en una ciudad que no es la suya, donde la gente no la conoce ni se molestaría en hacerlo.
Siento, caminando entre esas dos calles, que ella podría cruzarse conmigo en ese preciso instante, casi podría notar que existe y que su día, tal cual está escrito en un documento de word dentro de mi ordenador, ha podido ser el mismo que he figurado para ella. Sara, efectivamente, camina por esas calles igual que lo hago yo, camina conmigo, dentro de mí, incapaz de salir pero diferenciándose de mí.
Y yo miro ahora por la ventana y veo el cielo gris de Barcelona tal y como ha amanecido hoy, las ventanas de mi habitación (cuyas contras son de un verde familiar en la vida ficticia de esa mujer) y soy consciente de que ni Sara existe ni vive en Londres ni yo estoy allí paseando sus calles y escribiéndolo donde se supone que sucedería.
Pero lo imagino. Imaginación dentro de imaginación. Un viaje ficticio dentro de otro viaje ficticio más profundo.
Vuelvo a la pantalla del ordenador y pienso en cerrarla, guardarlo y bajar... pero no del metro, si no las escaleras. Y caminar por la calle, y entrar en la cafetería y luego pasear por el mercado... Pero los de verdad, los que me esperan cuatro pisos más abajo, con los pies sobre la tierra.

Llego a Bedale St. y allí veo las pequeñas tiendas.
Entro en la pastisserie y me pido un apple pie y un café.
En mi portátil escribo cómo Sara vuelve a casa, entra en ese mismo sitio y compra un trozo de Carrot Cake.
Al igual que ella, salgo de allí.

Y voy al mercado, caminando entre los puestos, observando las cosas que Sara comprará antes de entrar en esa casa vieja de paredes verdes desteñidas y esquinas uniformes que tengo en la imaginación.
Como ella trato de conectar con el sentimiento de soledad que la invade en una ciudad que no es la suya, donde la gente no la conoce ni se molestaría en hacerlo.
Siento, caminando entre esas dos calles, que ella podría cruzarse conmigo en ese preciso instante, casi podría notar que existe y que su día, tal cual está escrito en un documento de word dentro de mi ordenador, ha podido ser el mismo que he figurado para ella. Sara, efectivamente, camina por esas calles igual que lo hago yo, camina conmigo, dentro de mí, incapaz de salir pero diferenciándose de mí.
Y yo miro ahora por la ventana y veo el cielo gris de Barcelona tal y como ha amanecido hoy, las ventanas de mi habitación (cuyas contras son de un verde familiar en la vida ficticia de esa mujer) y soy consciente de que ni Sara existe ni vive en Londres ni yo estoy allí paseando sus calles y escribiéndolo donde se supone que sucedería.
Pero lo imagino. Imaginación dentro de imaginación. Un viaje ficticio dentro de otro viaje ficticio más profundo.
Vuelvo a la pantalla del ordenador y pienso en cerrarla, guardarlo y bajar... pero no del metro, si no las escaleras. Y caminar por la calle, y entrar en la cafetería y luego pasear por el mercado... Pero los de verdad, los que me esperan cuatro pisos más abajo, con los pies sobre la tierra.
martes, 7 de julio de 2009
Friendsología
Todas las respuestas de la vida están en F·R·I·E·N·D·S
Las busques o te las encuentres inconscientemente. Es fruto de que alguien te diga "Anda! Como en Friends!".

http://www.youtube.com/watch?v=ycHI8NlKvws&feature=related
-First of all, if you keep calling it that, no one's ever gonna take it... Second of all... you're not gonna actually have sex with him, you just gona make him think that you are... Just act like everything around you turns you on... Anything can be sexy.
En religiones extrañas esta debería ser la más tomada en serio.
Las busques o te las encuentres inconscientemente. Es fruto de que alguien te diga "Anda! Como en Friends!".
http://www.youtube.com/watch?v=ycHI8NlKvws&feature=related
-First of all, if you keep calling it that, no one's ever gonna take it... Second of all... you're not gonna actually have sex with him, you just gona make him think that you are... Just act like everything around you turns you on... Anything can be sexy.
En religiones extrañas esta debería ser la más tomada en serio.
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